El miedo a la vulnerabilidad

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(Por Clara Olivares)

La definición de «vulnerable» que aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, es: que puede ser herido o recibir lesión, física o moral.

Más coloquialmente, estaríamos diciendo que si nos mostramos vulnerables, podríamos resultar heridos o salir dañados.

Y esta posibilidad genera mucho miedo, en algunos casos, pánico.

La parte física es la que más fácil nos resulta de identificar. Es previsible o cabe dentro de lo que es posible, que suframos una lesión si nos colocamos en situaciones de riesgo en las que podríamos resultar heridos, como por ejemplo, transitar a pie voluntariamente de noche por un callejón oscuro en una ciudad peligrosa, o, tirarse por el torrente de un río sin ninguna protección, etc.

Pero el terreno al que me interesa referirme es, precisamente, aquel que no se ve, aquel que es más difícil de identificar ya que no muestra señales externas evidentes.

Hablo del corazón, y por lo tanto de los sentimientos.

Mostrarse vulnerable en este campo equivaldría a descubrir ante el otro lo que se siente, es decir, exponerse. De esa forma, le dejo saber que soy susceptible de ser herid@, que si sufro un rechazo de su parte, éste va a resultar doloroso para mí.

Y nadie desea que esto le suceda.

Pero desafortunada, o, afortunadamente, nadie puede escapar al sufrimiento.

Estoy hablando de personas corrientes, no de los casos de l@s psicopaton@s. Éstos son incapaces de sentir, tanto las alegrías como las tristezas.

Para una gran mayoría de los mortales, existe la creencia extendida de que si no se muestran los sentimientos se será más fuerte y se estará protegido.

Y me pregunto: ¿más fuerte que quién? y ¿protegido de qué?

Obviamente más fuerte que el que «parece» más vulnerable. Y pongo la palabra entre comillas ya que parecer vulnerable no es sinónimo de que se sea. En el fondo las personas que comulgan con esta idea, desprecian, a la vez que envidian en su interior, al que muestra lo que siente.

Paradójicamente, si muestro mi propia vulnerabilidad, cierto es que me expongo a ser herido, pero al mismo tiempo, en esa vulnerabilidad se haya mi fortaleza.

Fortaleza que se alimenta del hecho de haber perdido el miedo a sufrir.

Es sorprendente comprobar todo lo que llegamos a inventarnos los seres humanos para evitar el sufrimiento.

Como si eso fuera posible!

En mayor o en menor medida, el hecho de estar vivos incluye una dosis de sufrimiento.

Bien sea por una pérdida, un accidente, una enfermedad, un desamor... siempre aparece una fuente de dolor en la existencia.

Ampararse en una concha de dureza para evitar ser vulnerable y sentir dolor es una mentira.

No existe nadie invulnerable.

Quizás lo que habría que preguntarse es ¿de dónde proviene ese miedo?

Y la respuesta, me atrevo a afirmar, es que el miedo se originó probablemente como consecuencia de una primera rotura del corazón en el pasado.

No me refiero a una causada por un desamor. Generalmente proviene de una herida más antigua, quizás un padre o una madre, o, un familiar, que, probablemente de manera inconsciente, nos rompió el corazón.

Es lógico que se cree un resorte automático llamado protección ante cualquier posibilidad de volver a vivir y a experimentar el daño que se sufrió en el pasado.

De ésta manera solemos blindarnos. Es habitual que se hiper-desarrolle la razón, ésta no produce dolor si la maltratan.

Pero si persistimos en seguir protegidos con este blindaje, corremos el peligro de perdernos la experiencia de amar y ser amados.

Puede sonar un poco cursi, pero, ¿tiene sentido vivir sin amar?

Yo creo que no.

Al final lo único que nos llevaremos a la tumba serán los momentos en que hemos compartido cualquier tipo de amor con otr@: llámese pareja, amig@, colega, herman@.

El camino para aislar el momento en nuestra vida en que nos rompieron el corazón por primera vez, nos llevará a sanar la herida.

No suele ser una camino corto ni agradable, pero tremendamente liberador.

Podremos comprender que ya no necesitamos seguir protegiéndonos.

Sí, en la vida sufriremos arañazos que nos dejarán heridos, pero en la medida en que podamos ir dejando la protección, iremos teniendo una piel más gruesa.

En otras palabras, exponiendo nuestro corazón seremos más vulnerables, sí, pero así mismo, nos haremos cada vez más fuertes.

Paradójico, ¿cierto?

Nuestra capacidad de recuperación nos sorprenderá, ya que, ésta será cada vez más rápida.

Siempre quien es más vulnerable, es la persona más fuerte.

Por esa razón ponía más arriba la palabra entre comillas. Aparentemente se es más frágil, pero no nos equivoquemos, esta fragilidad es sólo una apariencia.

En mi próximo artículo seguiré hablando sobre los miedos, ésta vez sobre el miedo a la muerte.

(Imagen: http://www.bixymasambiente.blogspot.com)

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2 pensamientos en “El miedo a la vulnerabilidad

  1. A.E. dice:

    me gusta tu comentario porque me parece un tema importante, fundamental y central en el ser humano, quizá por ello también inagotable. Es por esto que la lectura de tu post me deja un regusto de que no se ha llegado al fondo de ese miedo a sentirse vulnerable, de ese esconder nuestra debilidad.
    para mi este miedo a mostrarse vulnerable tiene que ver con las relaciones tal y como se constituyen socialmente. Mostrarse vulnerable es como dejar que el otro tenga acceso a nuestra herida o a nuestra posible herida, es bajar las defensas ante el otro, quedarse inerme ante él. Esto precisa por un lado confianza en el otro y por otro lado mucha seguridad personal.
    las experiencias de la vida, como bien dices, pueden haber hecho mella en alguno de los dos aspectos. Eso hace que cuidemos las siguientes aperturas… nos cuesta quedar a merced de los demás, reconocer nuestra dependencia. Eso es mostrar la debilidad. Ser independientes parece una meta personal y también social, que proporciona reconocimiento social. El independiente parece fuerte, que nada le abate…
    No me estoy explicando bien, pero es en esta conexión entre mostrarse vulnerable y reconocer la conexión con el otro, quedarse a merced del otro, e independencia, autonomía, libertad, y en las malas conexiones de todo ello donde se juega la partida.
    Sin embargo, y también pienso que tienes mucha razón en esto, el que es capaz de mostrarse vulnerable, aquel al que no le importa que los demás descubran su debilidad es quien de verdad es fuerte y sabe amar, sabe dar…
    amar se base tanto en la libertad como en esta capacidad de establecer conexiones con los demás, conexiones de las que dependemos…
    Creo que no he contribuido a la claridad sino que he embrollado el tema, pero termino agradeciendote tu post, y tocar temas tan profundos del sentir humano: gracias

    • Me ha resultado muy gratificante tu comentario, es más, me ha inspirado para escribir un nuevo artículo. Gracias!
      Tocas temas cruciales para cualquier persona… es difícil mostrar la propia vulnerabilidad, estoy de acuerdo contigo en que socialmente se interpreta como un signo de debilidad y se condena.
      Me has hecho recordar mi propia terapia cuando mi terapeuta abordó el tema y me hizo ver las diferencias que hay entre ser «independientes» o, más bien, «autónomos». Que, como bien dices, no es lo mismo.
      Me acuerdo que decía que la persona más libre es la que posee más dependencias… y, con los años, he llegado a estar de acuerdo con ella.
      Te agradezco mucho que me hayas hecho reflexionar con lo que escribes.

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